lunes, 12 de octubre de 2009

Cocinero por un día


Siempre fui muy agradecido de todo lo que recibo y no me gusta malgastar ni siquiera lo que me llega gratis. Amarrete?, puede ser, o tal vez desde chico me enseñaron a cuidar lo que tengo y a tratar de aprovecharlo.

En casa tenemos un lindo limonero de 4 estaciones que cada día tiene más frutos. Hace pocos días mi esposa cosechó un canasto de limones que fueron repartidos, en parte, a toda la familia. De todos modos quedaron muchos sin regalar y daba pena dejar que se estropearan. En eso recordé que había traido de Capri un repasador con la receta del lemoncello y decidí preparar el licorcito que tanto me gusta. Seguí paso a paso todas las indicaciones y cuando estaba terminando pregunté: "¿Y el jugo cuando se pone?". Jajaja, que bestia, como se nota que de cocina no entiendo un comino!!. Mi esposa me dijo, "no te hagas problema, vos tenés que usar solamente las cáscaras, dejá el resto que para algo me va a servir".

Terminé el lemoncello, hice también cremoncello, pero me quedé con la espina de preparar algo con el jugo. Así que me puse a averiguar algún destino para el ácido néctar y decidí que lo mejor era transformarlo en otro producto del cual soy fanático, en lemon pie. El problema, como ya dije antes, es que yo de cocina no cazo una.

Aprovechando el feriado del lunes hice receta doble de lemoncello y debute culinariamente preparando mis dos primeros lemon pies. Mañana veremos los resultados pero para que no se crean que soy un pijotero les aclaro que todo lo preparado es para ser regalado o compartido.

Aprendí una nueva y no me desagradó. Además sirve para entender a madres y esposas que trabajan horas y horas cocinando para que después nosotros lleguemos y deboremos sin siquiera soltar una palabra de elogio.