lunes, 9 de marzo de 2009

Releyendo


"Son esas pequeñas cosas que te regala la vida" pensó para si mismo mientras volvía a su casa sin poder sacarse esa sensación melancólica que se apoderó de su cabeza. Fue como retrodecer el tiempo más de 20 años y lo que había visto lo hacía feliz.

A veces una foto, un video o como este caso, una carta, pueden traer en un instante aquellas emociones guardadas en el arcón de la memoria.

Sin querer, revolviendo los cajones, él encontró un sobre con fotos personales viejas a las que miró sin mayor interés ya que cada tanto tropezaba con ellas. Junto a las fotos había un par de hojas manuscritas que no veían el sol desde hacía muchos años. El sabía que se trataba de poesías de cuarta que contenían críticas pasadas a aquel gobierno de turno. Desplegó una de ellas y esbozó una sonrisa con la lectura de las primeras estrofas picarezcas. Sabiendo como terminaba la historia volvió a plegar la hoja con cuidado y abrió el segundo texto. El papel se mantenía níveo como el primer día y la letra le resultó conocida al instante. La fecha de aquella carta lo paralizó. No podía ser. ¿Como había llegado esa carta ahí?. 14 de agosto de 1988....eso era justamente del día anterior a su casamiento.

Leyó la carta con religiosa calma deteniéndose en cada palabra como si hubiera magia en ellas, le parecía escuchar a su novia diciéndoselas al oido.

Querido Pablo

¡Hola mi amor! seguramente cuando leas esta carta vamos a estar rumbo a Córdoba, ya habrá pasado todo, nervios, miedo, ¡todo!

Con los primeros renglones los recuerdos volvieron tan nítidos que parecían estar conjugados en presente. Siguió con placer leyendo las promesas de entonces sintiendo un extraño hormigueo que lo devolvía a esos años donde todo estaba por llegar.

Quiero decirte que me siento refeliz de ser tu "esposa", la "señora de Orfila", te juro que se me pone la piel de gallina de pensarlo....

En forma automática surgió el balance entre lo que la enamorada y ya casi esposa presagiaba para el futuro y lo que realmente ocurrió. El resultado lo dejó tranquilo. Después de dos décadas no podía quejarse de lo vivido y eso lo reconfortaba. No todo había sido un lecho de rosas pero en comparación con otras parejas amigas lo de ellos era una relación envidiable.

Siguió con atención el párrafo en el que su futura mujer le hacía dulces recomendaciones para los años que estaban por venir. En un destello de autocrítica Pablo pensó en cuanto había fallado pero se contestó inmediatamente justicándose por los errores cometidos. Después de todo era el pedido del ideal, casi fantasioso, de una mujer al borde del altar.

La carta terminaba diciendo "AMAME SIEMPRE, te necesito. Verónica".

Pablo sin sacar los ojos de ese papel plegado en ocho, rememoró esos días, se acordó de aquellas circunstancias tan distintas a las actuales y se dijo en vos baja aunque nadie lo escuchaba -"es lo que hago cada día Vero!!!...."

2 comentarios:

  1. Que lindas son las cartas de amor!!!!
    Mas aún cuando el sentimiento que se expresa se mantiene en el tiempo...
    Son cosas que jamás van a pasar de moda.

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  2. A veces pueden sonar cursis pero coincido con vos en que no van a pasar de moda. Hay libros y libros inspirados en cartas de amor y desde que el mundo es mundo se sabe de ellas. Gracias por tu comentario.

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